martes, 21 de junio de 2011



Por: Pilar Alberdi.

Dirigida por Duncan Jones y con guión de Billy Ray y Ben Ripley, la película mantiene el interés del espectador hasta el último minuto, final que me parece demasiado arreglado para satisfacer al público. Y, luego explicaré por qué.
El actor Jake Gyllenhaad es el capitán Colter Stevens. Cuando le vemos por primera vez en pantalla, está en algo que parece una nave y vestido con ropa de combate. Nos damos cuenta, además, de que está en peligro, y desorientado. Cuando las comunicaciones con la base comienzan, una pequeña pantalla en el interior de la nave nos ofrece la imagen de una oficial del ejército, que representa la actriz Vera Farmiga. Ella se limita a pedir al capitán que reporte. Él, por su parte, intenta saber qué está sucediendo. Ella vuelve a insistir, y él a desesperar. Recuerda un estallido de fuego como el producido por una bomba... Y antes de que pueda comprender, se le explica que cumple una misión y que debe volver al mismo sitio.
De este modo vuelve una y otra vez al momento en que va a explotar una bomba en un tren en marcha. En el vagón que viaja, y que es aquel en que alguien ha colocado la bomba, se encuentra con personas que no conoce pero que le conocen a él como la actriz Michelle Monoghan, que al parecer era su novia. Una chica lista y guapa por la que él no sentirá nada hasta un tiempo después.
Como si se tratase de la película Atrapado en el tiempo, seguramente la recuerdan, la del “día del castor”, en esa sucesión interminable de días iguales, desesperantes y repetidos que comienzan invariablemente con el sonido del reloj despertador, o como si volviésemos a ver la película Dèjá Vu, el pobre oficial se encuentra una y otra vez en un tren en los minutos previos a la explosión.
A cada regreso y nuevo contacto con la oficial de comunicaciones, consigue algo más de información. Él sabe que regresa, eso es evidente, pero intuye que fatalmente algo no se le ha explicado. Le explican que está ocupando una fase de memoria de tan sólo 8 minutos post mortem. Y que su participación en el proyecto militar implica averiguar quién puso la bomba, porque se teme un acto terrorista aún peor y que podría afectar a una ciudad.
Ciertamente sentimos pena de este pobre oficial que siempre quiso ser un héroe. La relación con su padre no fue buena y él carga con ese peso. Por eso, mientras desempeña la tarea encomendada, una y otra vez, intenta ponerse en contacto con su padre.
Mientras se le exige que cumpla con su deber, la oficial le promete que será liberado con la muerte al acabar la misma. Es lo que ha pedido el soldado. Sin embargo, los altos mandos no piensan lo mismo.
Psicológicamente hay varios temas muy interesantes. Se cumple el refrán que dice: «El roce hace al cariño» y el capitán Colter acabará enamorado de esa chica que tenía un novio en ese tren, justo antes de que estallase la bomba.
El otro drama lo interpreta la oficial de comunicaciones. Los jefes piensan que hay que seguir utilizando al capitán, podría seguir siendo valioso para otros casos... La promesa cae en el olvido, el éxito brilla en los ojos del oficial a cargo, pero la mujer va hacia el lugar donde está lo que queda del cuerpo del capitán Colter Stevens muerto en combate y toma una decisión.
Aunque la película siga aún un rato más por otros caminos especulativos, todo el peso moral de la misma está ahí: ¿se debe cumplir con lo que se prometió? ¿Lo que queda de un hombre, salvo esos 8 minutos de memoria posteriores a su muerte es una persona humana? Entonces si lo es, tendrá derechos. ¿Los tiene? ¿Siguen siendo suyos o alguien los administra por él?
De este modo se relacionan temas como la «obediencia a los superiores dentro de una cadena de mando», la eutanasia o el derecho a una muerte digna, de la que, seguramente, en un futuro próximo también oiremos hablar mucho. La película también está relacionada con las guerras en oriente, y con la amenaza del terrorismo internacional. Pero, especialmente, tiene que ver con la decisión que en un momento dado debe o no, tomar una persona.

viernes, 10 de junio de 2011

PEQUEÑAS MENTIRAS SIN IMPORTANCIA



Por: Pilar Alberdi.

Con guión y dirección de Guillaume Canet, la película cuenta en el reparto con las actrices y actores: Francois Cluzet, Marion Cotillard, Benoît Magimel, Gilles Lellouche, Jean Dujard, Pascale Arbillot, Edouard Montoute, Valérie Bonneton, Laurent Lafitte, Anne Marivina, Louise Monot, Joes Dupuch, Hocine Merabet, Maxim Nucci, Mathieu Chedid, Nikita Lespinasse, Jeane Dupuch, Marc Maire, Neo Broca.

Como ven: un reparto coral. ¿Es comedia o drama? Como toda buena comedia, es un drama. Nos reímos de lo que nos causa una gran tensión, de aquello que desesperaría a cualquiera en caso de que estuviésemos en su lugar. Y ¿por qué nos reímos? ¿Es que somos tan malas personas? No. Nos reímos porque reír, es un reflejo que nos permite liberar la tensión acumulada. Y en ese sentido, la película está magníficamente lograda.

Aunque las generalizaciones nunca son justas... Podríamos decir que sólo con ver las imágenes de los rostros de los personajes uno ya sabe, que está ante una película europea o mediterránea. No se alarmen. Es sólo una opinión. Pero no podrán negarme que hay rostros del cine norteamericano totalmente inexpresivos, tipo máscara, y que si funcionan ante la cámara es por otras razones como, por ejemplo, un excelente guión, unos efectos especiales magistrales, y un largo, largo etcétera. Sabemos, además, que la teoría actoral dice que para la televisión y el cine se gesticula menos que para el teatro. De acuerdo. Pero lo que no se nos suele decir, es que todos vamos por la vida inexpresivamente. Y ¿por qué? Para que no se nos note demasiado lo que pensamos de nuestro jefe, de la compañera de trabajo, de nuestros parientes, o de la nueva parejita que alquiló el piso de arriba y nos despierta de madruga con salvajes gemidos susurrantes que nos desvelan... Evidentemente, la no gestualización nos salva de nuestros verdaderos pensamientos ante los demás. Por eso, cuando al día siguiente, nos encontramos con la parejita frente a la puerta del ascensor, somos capaces de saludarlos con una sonrisa.

El cine francés nos muestra un espectáculo grandioso como es el de: mostrar lo que la gente siente a través de los gestos de su rostro y de las palabras. Cualidades que se nos van perdiendo.Porque si no mostrar lo que uno siente gestualmente parece una buena estrategia de defensa o de neutralidad; no opinar, mucho más. Y así nos va. Luego no es extraño que, hace varias décadas, un interesante terapeuta como fue Vernon Howard, le preguntase a la gente: «¿Quién está viviendo su vida?» Oye, es verdad, piensa uno enseguida, ¿quién está viviendo mi vida?
Por cierto: ¿ya lo saben?

Pequeñas mentiras sin importancia es, sin duda, una película en la que todos los personajes, aún siendo muchos, son importantes. Pero veamos qué encontramos psicológicamente. Muchos temas, sin duda. El dueño del hotel compensa sus carencias en otros aspectos que no son el monetario, invitando de vacaciones y con todos los gastos pagados a sus amigos, todos ellos con menores recursos. Realmente es un nuevo rico, aislado y solitario, que teme la emotividad y sospecha de cualquier tema que pueda poner en duda su masculinidad, su trabajo o su familia. Freud opinaría que estos temas le vienen de la infancia... Como el maestro es él... Sobre este tema sólo apuntaré lo que vi en un cartel el otro día, cuando después de pasar un rato en la terraza de una cafetería, entré a los servicios. Dentro, el mensaje con la intención de mantenerlos limpios, mostraba un inodoro, y decía en la parte dedicada a los hombres:«Acérquense, es más corta de lo que piensan». La parte dedicada a las mujeres tenía el papel adhesivo rasgado. Y no soy capaz de imaginar lo que diría.

Otro tema importante en esta historia es lo que podemos observar en la conducta que muestran las y los jóvenes solteros de casi 40 años.
Comportarse como un adolescente que recién se estrena en la vida y peinar canas no casan bien. Y es que no es lo mismo alguien de 20, que alguien de 30 o que una persona de 40, aunque intenten vivir de forma parecida. Verán, el de 20 piensa que tiene toda la vida por delante; el de treinta al llegar a esta edad, comienza a tomar conciencia de que los años pasan; y el de casi 40 hace balance, y siente que se abre un abismo a sus pies, y capta que, acaso, no consiga lo que se había propuesto, si es que se había propuesto algo.
En muchos aspectos la película resulta un verdadero retrato de lo que sucede en nuestra sociedad: inestabilidad amorosa, deseo, temor al compromiso. Y vuelta a empezar.

Otra cuestión relevante, pero de la que no quiero ofrecerles demasiados detalles, es cómo la responsabilidad se diluye en el grupo. Seguro que no faltarán próximas películas a partir de las cuales podamos analizar ese tema.

Me gustó la música, ajustada a las situaciones. Reírse, les puedo asegurar que se van a reír cantidad con esta película. También derramarán alguna lagrimilla. Es verdad. Y se alegrarán de que los créditos del final de la película se prolonguen y se prolonguen sobre la pantalla como para darles el tiempo justo, para recuperarse antes de levantarse del asiento.

Por último, si pueden, no salgan del cine sin pensar en aquello de lo que habla la película: aceptamos las mentiras de los otros, a cambio de que acepten las nuestras. ¿Así de simple? Así de simple.
Después encontrarán mil ejemplos, y una sola verdad: aunque podamos engañar a los demás, nunca podremos engañarnos a nosotros mismos.

lunes, 30 de mayo de 2011

EL CASTOR



Por: Pilar Alberdi

Así de simple: me gustó. Mucho. Como para ponerme en pie al final y aplaudir. No lo hice, claro. No fueran a pensar que yo también estaba dominada por un castor...
El castor, con guión de Kyle Killen y dirigida por Jodie Foster es una película impactante. La excelente actuación de Mel Gibson da credibilidad al personaje del castor, tanto como a sí mismo. El acompañamiento de Jodie Foster, Anton Yelchin, Jennifer Lawrence, Riley Thomas Stewart hacen el resto.
Se podría decir que cuando se retrata a una familia en crisis se retrata a cualquier familia en crisis. Y hay familias cuya vida es así a todas horas y todos los días. Un pequeño infierno. Aquí tenemos un ejemplo. Walter Black (Mel Gibson) está depresivo. La primera visión del actor en pantalla con los hombros quietos como una percha y los brazos caídos, da perfectamente el tipo de una persona deprimida y medicada. Hay aletargamiento, embotamiento.
Desde que se encuentra en esa situación ha abandonado su trabajo. Es propietario de una fábrica de juguetes a punto de quebrar, mientras él se dedica a dormir todo el día a causa de la medicación. Para activarse: bebe alcohol a escondidas.
La situación familiar ha llegado a un punto agobiante, y el hijo mayor se alegra cuando la madre (Jodie Foster) le pide a su esposo que abandone el hogar. Él recoge unas pocas cosas, entre ellas, alguna de su niñez, una marioneta con forma de castor. A partir de este momento vivirá una fuerte crisis. Y a punto de perder la vida, la marioneta toma el timón de su vida. De este desdoblamiento en el que vemos al verdadero Walter, saldrá la fuerza que lo impulse a ponerse en marcha otra vez, aunque para los demás signifique creer que se ha agravado su estado mental. Sin embargo, ha vuelto a la vida. Su parte sincera, aquella que estaba ocultando bajo un «falso yo»: el de esposo ejemplar, empresario perfecto, sale a la luz.
Me gustaría explicar aquí el papel del castor. Aunque no se diga, y eso es lo bueno de los guiones tan trabajados, que no han querido ponernos un flash back para mostrarnos la relación en el pasado del niño Walter con el Castor, ni lo que ocurría en su familia de origen, el castor hace de «objeto mediador». Ese castor ha debido tener gran importancia en su pasado, ya que descubrimos que lo ha guardado toda su vida. Y aunque me estoy extendiendo en este tema que no es objeto de la película, lo es implícitamente, ya que pertenece a la biografía psiquica y física del protagonista.
¿Qué es un «objeto mediador»? Aquel con el que el niño se relaciona mientras se va distanciando de la unidad tan estrecha que formaba con la madre. Puede serlo un chupete, un dedo que se lleva a la boca, cualquier peluche, una simple tela, en fin, algo a lo que el niño recurre como compañía y que le resulta imprescindible. Se dice que todo esto está relacionado con el destete, en el sentido de que es una separación de la madre, de quien durante los primeros meses de vida, el bebe no se siente diferente. Cuando se lleva a los bebes a las guarderías, muchas veces se deja también una ropa de la madre que tenga su olor para que le sirva de compañía. Cuando el niño crece, los objetos mediadores crecen con él, y puede aparecer un amigo invisible. Hay identificación con personajes de dibujos animados. Aparece la lectura, y el juego, se manifiesta como otra forma de recomponer el mundo.
Según los psicoanalistas estos objetos reales o ficticios lo defienden de la presencia de la autoridad (padre) y del mundo que relacionan con el paso a otra forma de vida en donde aparecen las restricciones, las normas, y a causa de todo ello, la inseguridad. De repente, hay que hacerse mayor. Pero, lógicamente, ni todas las condiciones son las mismas, ni lo son todas las familias. ¿Se han puesto a pensar cuántos «no»recibe un niño hasta cumplir sus 2 años, y después....? Es verdad que también recibe muchos sí, pero lo cierto es que los «no» son mayoría, y se basan en la necesidad de proteger y de educar al niño.
Melanie Klein, discípula de Freud, escribió una teoría muy interesante sobre los «objetos relacionales» y explicó su función reparadora, incluso en el caso de los adultos, hablando del arte y la escritura. (Podríamos decir que también tenemos este sentimiento reparador cuando vemos una película o cuando leemos un libro que nos satisface, y también en otros muchos casos). Winnicott, por su parte, explicó la noción de «objetos transicionales».
Pero ¿de qué hablaba el pequeño Walter con su Castor? Eso no lo sabremos nunca, pero he aquí que el castor ha regresado como un verdadero superhéroe para salvarlo.
Si miramos la vida del hijo mayor de esta familia, se encuentra en una posición incómoda. Se siente avergonzado por las actitudes de su padre, al que critica y del que se mantiene distante. En otros momentos es un estudiante, con una familia en crisis, y un hobby, le gusta escribir. ¿Qué consigue escribiendo? Pues, lo mismo que el padre con el castor, hace uso gracias a su imaginación y su intelecto de un objeto reparador. Es verdad que no puede cambiar el mundo en que vive, pero lo intenta. De hecho, como está cerca de la verdad, aunque le duela, hasta podrá ayudar a una compañera.
Qué tiene la madre mientras tanto para llevar adelante su vida: su trabajo, la preocupación por su familia, y esa depresión del marido de la que ocuparse. A veces, la enfermedad de una persona de la familia, por las preocupaciones que supone para todos sus miembros, aleja de la vista el verdadero problema que está en la base de esa enfermedad, y da sentido al día a día.
¿Y el hijo pequeño? De repente, tiene la suerte de volver a tener un padre activo, que le presta atención cuando el Castor (la sinceridad) a logrado ponerlo nuevamente en el camino de la vida.
Decía Tolstoi —lo dice en la novela Guerra y Paz— que todas las familias felices son distintas, mientras que las infelices son iguales. Y es así, porque en las familias infelices impera la falta de sinceridad. Las estructuras, las pautas relacionales, los esquemas de conducta se parecen. Hay temas de los que no se habla, hay acuerdos implícitos sobre ciertos problemas, hay coaliciones entre los integrantes. Si estas coaliciones son entre personas de distintas generaciones, se las cataloga de «aberrantes», pues hay un intercambio de roles. Hay instantes en esta película en que el hijo mayor parece el esposo de la madre. Todo eso, podemos verlo aquí, en esta película, El Castor. Una historia interesante en donde se ve como una generación afecta a otra si los comportamientos dolorosos no se reparan o comprenden a tiempo. El hijo mayor de Walter cree odiar tanto a su padre, como su padre odiaba al suyo, y así sucesivamente.
Dice Robert McKee en su libro El guión, que es un axioma en Hollywood, la opinión de que «toda película trata de lo que ocurre en sus últimos 20 minutos». Punto en que el «último acto y el climax deben constituir la experiencia más satisfactoria de todas». Esto no lo he sentido yo en el final, pero me vale con lo que he visto en los otros 90 minutos. Creo que a mucha gente le servirá esta película para darse cuenta de que, a veces, la enfermedad es un camino terrible a cambio de no ser sinceros, tal vez, a cambio de la intención de mantener la unidad de la familia.
Una excelente película que dejará huella, y seguro se llevará más de una nominación a los Óscar.

martes, 17 de mayo de 2011

AGUA PARA ELEFANTES



Por: Pilar Alberdi

Agua para elefantes, película recién estrenada del director Francis Lawrence, con guión de Richard La gravense, basado en la novela de Sara Gruen.
Quizá el comienzo nos parezca lento, pero la acción se acelerará antes de que nos demos cuenta.
El cartel de la productora nos regala una imagen romántica, que no se corresponde con la crudeza del film. Sin embargo, nos sentiremos gratamente sorprendidos por algunas escenas. Y comprenderemos que muchas veces, para conseguir el amor de tu vida, hay que luchar y hay que aponerse a la adversidad. El premio es ese amor, es decir,: la responsabilidad sobre ese amor para toda la vida... ¡Vaya lo he dicho! Debe quedar un poco anticuado hoy, pero un gran amor es eso, el deseo de seguir adelante juntos. ¿O no es por ello que gustan películas como Titanic, Memorias de África, Casablanca, Prety woman, y un largo etcétera?
En este caso, Jacob, ha tenido que abandonar los estudios de veterinaria, precisamente, en tiempos de la Gran Depresión, esa época no tan lejana para norteamérica en que hombres solos y familias enteras deambulaban recorriendo el territorio a la búsqueda de trabajo y de algo para llevarse a la boca. El drama, no sólo incluyó la caída de las acciones en la bolsa, sino que coincidió con una climatología adversa que afectó a las cosechas, situación que supo describir muy bien el escritor John Steimbeck, en su libro (también pueden ver la película) Al este del edén.
La figura de Jacob, la representa, el actor Robert Patinson. El de Marlena, la amazona, que realiza con los caballos el espectáculo estelar del circo, la actriz Rese Withersponn. Ambos tendrán que descubrir primero, que lo suyo es amor, y luego defenderlo.
Mientras tanto, intentará desviar esta atracción, August (Christoph Waltz), director-propietario del Circo de los hermanos Benzini, y esposo de Marlena, con quien se ha casado cuando ella era una jovencita y a quien ha moldeado a su gusto, y de la que espera, ¡cómo no!,siempre su asentimiento, consiguiéndolo de un modo pacífico o violento.
Si algo tiene esta obra es un alegato contra la violencia, no diré machista o sólo machista, porque la violencia es algo que este personaje y muchas personas en la realidad, presentan a los demás por creerlos vulnerables e inferiores. Y la violencia, siempre, ya sea verbal, la base sobre la que se suele asentar o, exclusivamente física ,se ejerce contra alguien al que se considera débil.
Aunque no se dice, ni se muestra en flash back un recuerdo del pasado de August, es lógico pensar que este hombre fue criado bajo el imperio de la violencia, y que siendo la única forma de relacionarse que ha conocido, y siendo además aquella por la que ha visto que otros conseguían «reconocimiento», la aplique en su vida. Maltrata, manda dar palizas porque no le faltan secuaces, y aunque parezca ilógico todo esto lo hace buscando aquello que en nuestro interior deseamos todos, el amor; sólo que él lo confunde con sometimiento y obediencia ciega.
Una persona violenta, se cree dueña de la vida de los demás. Cuando August ha bebido puede ser encantador o puede llegar a mostrar su crueldad y su poder, sintiéndose además de dueño del circo, dueño de la vida de las personas y de los animales que lo rodean. Por eso, los seres que están cerca nunca saben cuándo será ni por cuál motivo, el próximo momento en que estallará. Y no hay nada que cause más impacto que la sorpresa para hacer llevar a los demás una vida de estrés en el filo de la cordura. Cuando permanece abstemio, vemos como utiliza la negación para ocultarse a sí mismo que es un ser ruin, violento y cruel, proyectando el hecho sobre quienes lo rodean: Marlena y Jacob, los trabajadores, los artistas, y hasta los animales del circo.
Es un hombre que no repara en medios para conseguir los fines que se propone, por tanto, un hombre vil y deleznable.
Acostumbrados a las terribles cifras de mujeres maltratados por sus parejas, el hecho no nos parecerá extraño, al contrario, nos parecerá, lamentablemente, demasiado cercano, pero sí podremos verlo aquí con toda su crudeza. Ella podría escaparse, está tan libre como esa elefanta preciosa de nombre Rosi, pero para hacerlo tiene que ser capaz de salir de esa situación, y gran parte de la trama de la película se basa en ese hecho. ¿Hasta dónde es soportable una situación en que no sabes cuándo tu pareja va a parecerte el hombre más maravilloso del mundo o el más cruel? ¿Hasta qué punto los celos podrán devorarlo, creando muchas veces con ese recelo lo mismo que teme? ¿La bebida es sólo evasión o es una forma de exaltación que lleva a la negación de lo que uno es, y a ver a los demás como simples propiedades?
Por último, también está retratado el tema de la soledad de los ancianos que viven anclados en su pasado. Personas a las que los demás tratan como a niños, y sobre los que todos se sienten con derechos pero pocas veces con deberes. Esos ancianos fueron jóvenes, y cuando estaban a la vanguardia de la vida sintieron momentos de gloria luchando por sus estudios, el amor, el trabajo, la formación de una familia, el futuro de los hijos, y ahora, en su vejez, observan unas veces con admiración y otras con abatimiento, que los jóvenes que ahora libran esas batallas son sus hijos, y que no tienen tiempo para ellos.
Como ven, se trata de una película fuerte, directa e intensa, de la que podemos aprender mucho. Además comprenderemos cómo se desarrollaba la vida en los circos de la primera época del siglo XX y nos deleitaremos con algunas entrañables imágenes de actuaciones con animales y personas.

domingo, 1 de mayo de 2011

THE COMPANY MAN



Por: Pilar Alberdi

Escrita y dirigida por John Welle, cuenta en el reparto con actores como Ben Affeck, Tommy Lee Jones, Crhis Cooper, Kevin Kostner.
La película logra estimular la mente y los sentimientos del espectador porque toca un tema de actualidad como es la crisis económica, causada desde los centros financieros y la banca, con graves consecuencias para la vida de las personas, ya que algunas grandes empresas, antes que perder valor, despedirán a un alto número de empleados, y no necesariamente porque hagan una traslocación de la empresa llevándosela a otro país donde los costos de producción sean menores. Realmente resulta sorprendente que frente a los antiguos sistemas nacionales de protección, hoy los estados no digan nada sobre las prácticas nocivas de las grandes corporaciones.
La película nos afecta porque lo que les pasa a los protagonistas puede pasarnos mañana o ya nos ha sucedido, o lo vemos en alguien de nuestro entorno.
Cuando lo tienes todo te crees todo. La verdad es que esta frase me ha salido redonda, pero es cierto: cuando lo tienes todo te crees todo, porque necesitas creerlo. El joven Bobby Walker ha luchado por alcanzar el puesto que ostenta y que le permite tener una gran casa, un porche, y ser socio de un importante o, mejor dicho, carísimo y elitista club de golf.
De repente, se queda sin trabajo. Y pasa de ser importante a no ser nadie, y a trabajar cuando ya no le quedan más opciones para un miembro de su familia política del que se burlaba. La única que asume la situación de un modo realista es su joven mujer. Ella tiene claro que deben comenzar a desprenderse de lo que no pueden pagar.
Para él comienzan dos viacrucis, el de aceptar su situación y el de encontrar un nuevo trabajo. Pero como tienen una buena relación de pareja, la estabilidad se mantiene, y sus hijos saben que sus padres están luchando para salir de la situación. También la sufren, por supuesto, un niño o un adolescente es enormemente sensible, pero no por las consecuencias económicas, sino porque perciben el drama, especialmente en el padre.
No sucede lo mismo con otros dos desempleados que son mayores. Cuando el que tiene cerca de 60 años se ve abocado a recibir consejo sobre su futuro laboral, entre otras cosas le indican que se tiña el cabello y que borre algunos datos de su currículo Y cómo ha pasado de ser alguien importante le extraña que la mujer que se lo dice, además, y como si ya fuera poco agravio lo anterior (lo siente como agravio porque tiene la moral por los suelos...), lo tutee.
El tercer desempleado será Gene McClary (Tommy Lee Jones), uno de los socios fundadores de la compañía. Por un lado queda en el paro por disidencia con un socio con más poder en el consejo, lo ha dejado en evidencia varias veces, pero por otro, es como si su ética lo hubiese conducido a ese fin. No es que quede mal económicamente porque sus acciones valen millones. Digamos que es un rico que se ha quedado en el paro. Decirlo así, ya causa extrañeza.
Como tampoco quiero contar toda la película porque acaba de estrenarse, y como estoy segura, además, de que el tema pasará inadvertido, me parece importante señalar la realidad de los matrimonios de los desempleados de mayor edad. En el caso del socio fundador su mujer dedica sus días, según lo poco que nos muestran a hacer compras carísimas e irse de vacaciones. Sus hijos ya son personas independientes. En el otro caso, vemos una mujer con tendencia a enfermar, y en las pocas ocasiones que se la muestra aparece recostada, sea porque esté con jaqueca o dormitando. Lo de tendencia a enfermar, desde luego, es una inferencia mía, porque muchas personas al no poder solucionar ciertos problemas acaban evidenciándolos a nivel psicosomático, y creo que esto es lo que se ha pretendido mostrar o lo que yo he querido ver. De las jaquecas se suele decir, que significan que a nivel sexual hay insatisfacción. Hay una hija en la casa, y no se aclara si hay más hijos.
Uno de estos hombres tiene una amante. Del otro no se nos dice nada sobre este tema. En ambos casos y en el de sus esposas son personas que ya están en la andropausia y la menopausia con todas las consecuencias que esto pueda significar.
Eran hombres poderosos cuando podían decidir y tenían proyectos, cuando imaginaban nuevas fusiones de empresas; disfrutaban con la subida del precio de sus acciones en la bolsa, pero a la hora de la verdad, son lo que son para el mercado laboral: personas en paro, mayores, y en uno de los casos, además molesta, porque ¿puede haber algo que incomode más a otros que una conciencia que intenta tomar en cuenta los dos lados del problema?
En la vida de estos hombres mayores, ellas, han sido las compañeras, seguramente se han amado, han tenido hijos, pero no tienen otra ocupación, al menos no se muestra que la tengan y, probablemente, han hecho grandes esfuerzos psicológicos para ocupar su tiempo de algún modo, y sobre todo para dar sentido a sus vidas, cuando los hijos se han marchado de casa. Lo que habitualmente se conoce con el nombre de «el síndrome de nido vacío».
En el primer momento, cada uno de estos hombres acabará resolviendo su tema de una manera. Finalmente veremos lo que fue de cada uno.
Lo que vemos es que a los hombres se les enseña a ser fuertes, duros. Se sienten con enormes responsabilidades. Se los prepara para afrontarlos y reciben este modelo en su propia casa. Es verdad que las cosas han cambiado, pero en ciertos aspectos, poco. Se esperaba de ellos que cumplieran el papel protector antes, y se lo espera ahora.
De ellas, probablemente, se habrá dicho que no trabajaban, porque trabajar para nuestra extraña e injusta sociedad es ir a cuidar los hijos de otros. Entonces sí, cuidar los hijos es un trabajo, pero no cuando se trata de los propios.
Decía al principio que es una película que activa las emociones, y de hecho, un espectador que estaba una fila por delante estaba inquieto como si lo estuvieran pinchando, acabó sentado en el borde del asiento, y pensé que en cualquier momento se levantaría y se iría. Pero aguantó hasta el final. Quizá, el tema le tocaba demasiado cerca.
Del mismo modo que no hay dos personas que lean el mismo libro, tampoco hay dos personas que vean la misma película. Las personas jóvenes se centrarán en la pareja joven. Las personas maduras como es mi caso y el de mi acompañante podemos vivir de nuestros recuerdos juveniles pero también por experiencia de vida situarnos en la de los mayores.
Y, seguramente, mucha gente que vaya a verla percibirá esa soledad de a dos en pareja, en la que la las horas de dedicación al trabajo que ayudaron a sacar adelante una familia, también han sido fuente de separación y alejamiento, y de no-reencuentro.
A mi acompañante no le conformó que la película acabase bien, no hay más que ver la economía como está. Pero en cualquier libro de teoría de guión cinematográfico te dirán que es el final perfecto, que al espectador no se lo puede dejar sin alguna satisfacción. Pues eso.

lunes, 25 de abril de 2011

LA LEGIÓN DEL ÁGUILA



Por Pilar Alberdi


Tarde de película en los multicines de Vélez Málaga, en una primavera todavía fresca, y en un centro comercial con las persianas de sus tiendas cerradas, salvo las de las cafeterías y restaurantes.

Aunque la puntuación otorgada a la película La legión del águila del director Kevin Macdonald era bastante alta; por aquí y por allá, surgían pinceladas desvirtuando su fortaleza escénica por la pequeñez de las batallas. Pero no fue eso lo que me sorprendió, sino que se la situase como una historia juvenil, porque no había escenas de sexo, ni tan siquiera un enamoramiento. Cierto es que la escritora Rosemary Sutcliff (1920-1992), escribía para adolescentes y jóvenes allá por 1954, fecha en la que data la obra que dio origen a este película. Pero me parece que en nada desmerece a la historia el hecho de que no haya una mujer de por medio, personaje que se hubiese podido incluir en el guión. En cuanto al resto de elementos propios del género épico, las dosis de crueldad a las que puede llegar el ser humano están tan visibles o contadas en esta película, como en cualquier otra para adultos.

Estamos ante una historia que puede llegar a ser todo lo real que uno crea, puesto que Roma se encargó de no dejar por escrito cuál fue el verdadero fin de la IX Legión, llamada en sus comienzos, de Hispania, pues tal fue la deshonra en perderla.

Si nos limitásemos a contar el argumento podríamos decir que el joven centurión Marcus Aquila (el actor Channing Tatum) en compañía de su esclavo britano Esca (Jamie Bell) emprenden un viaje para recuperar el estandarte de la IX Legión en las tierras del norte de Britania. Este estandarte es un águila de oro. Pero si queremos entender la historia al completo, diremos que el joven centurión va en busca del águila perdida por su padre, quien dirigía la IX Legión, para restablecer el honor familiar y personal. Este tema del honor no sé hasta qué punto puede resultar hoy importante para muchas personas, pero toda la tradición griega y latina está impregnada por el, y por supuesto su literatura, y me atrevería a decir que hasta el pasado siglo seguía teniendo vigencia.

Desde el punto de vista psicológico, lo que podemos aprender en esta película, es como la «deshumanización de los otros» permite su «cosificación». Desgraciadamente, la historia de la humanidad se encarga de decirnos, que el hombre siempre aplica la misma fórmula.
Los desmanes más terribles siempre suceden en luchas entre grupos. Cuando se han realizado experimentos de este tipo a nivel psicológico, se llegó incluso a tener que abandonar el experimento por los grados de crueldad alcanzados por las personas participantes, que unos días antes habían sido elegidas, por su carácter pacífico y equilibrado. Otra clase de experimentos ha demostrado que lo que diga una autoridad se acata, especialmente si hay varias personas presentes que la dan por valida. No en vano, lo que la psicología moderna ha descubierto, ya lo sabían los griegos y romanos que apelaban en su retórica a una autoridad para dar más fuerza a sus palabras. Llegado el caso, se puede apelar a una autoridad inexistente, llega a decir Shopenhauer, en el siglo XIX, contando para ello con la ignorancia de los presentes en el dominio de una determinada materia.

En la Legión del Águila, los dos jóvenes personajes que tienen que hacer este camino son partes de dos grupos enfrentados, pero se valorarán como personas porque ambas han conocido el dolor de la deshonra, y tienen «palabra de honor». Qué antiguo me suena esto después de escribirlo, pero es que para las personas que hoy tenemos más de 50 años, la palabra honor tuvo en nuestra niñez un fuerte significado. Aparecía en nuestros juegos, y se la podía leer en los periódicos y oír en los discursos. Nosotros éramos capaces de jurar por nuestro honor que no diríamos nada sobre el vidrio de la ventana que rompió fulanito, o que no delataríamos ese amor inmaculado e inocente de la niña de 9 años por el chavalillo de 10. Por honor, no delatábamos a un compañero que se estuviera portando mal en clase porque la delación era una de las cosas peor vistas. El que hacía algo mal tenía que reconocerlo, pero si no lo hacía, los demás nos callábamos, y eso solía suponer casi siempre un castigo a toda la clase que soportábamos estoicamente.

En grupo, ninguno de los dos jóvenes, a la hora de estar enfrentados, se habría detenido en dar la muerte al otro. Como personas en un camino y una tarea común, aprenderán a respetarse y a defenderse.

Históricamente, la grandiosidad del imperio impuesto por los romanos a los demás pueblos, se nos hará patente en ese largo muro llamado de Adriano, que fue quien lo mandó construir. Exáctamente, 117 kilómetros construidos en piedra con sus fuertes, fortines y fosos. Imaginemos la clase de lucha que se libraba, que obligó a la construcción de este muro. Imaginémos, al mismo tiempo, si podemos, la pobreza y la valentía de aquellas gentes, y lo poco que valía su vida. También cuán rápidamente pasaba alguien, de ser una persona libre entre los suyos, a ser un esclavo entre los otros.

Yo salí del cine con la sensación de haber estado en la grandiosidad de los paisajes de la antigua Britania, y en la desolación de aquellas vida.

En cuanto al tema y la forma de abordarlo, sé que he visto lo mismo en otras historias, pero la credibilidad de esta no disminuye en ningún minuto, y nos sentimos perseguidores y perseguidos según las ocasiones.

También queda claro en esta película, que el que no es fiel al grupo, el que pueda ponerlo en peligro, tiene los segundos de su vida contados.

Frente a los que eran obligados por las circunstancias de la historia a enfrentarse directamente, estaban los que vivían lejos, más allá incluso que la considerada retaguardia: los políticos, los que miraban los territorios sobre un plano del terreno, los que decidían hacia dónde se avanzaba y cuándo.
Resultan especiales los pocos diálogos que hay con estos y lo fácil que les resulta hablar del deshonor por la pérdida de una legión de 5000 hombres, frente al hijo del hombre que la dirigía, y que no duda en pensar que su padre fue leal a Roma, igual que lo fueron esas 5000 vidas, y que por eso debe ir a buscar el estandarte, y saber qué ocurrió realmente.

En definitiva: uno sale a gusto del cine.




Notas:
Para aquellos que deseen ampliar información sobre el tema histórico, les dejo dos enlaces. En el primero encontrarán información sobre el Muro de Adriano, construido hacia 122-130 dC. Pese a que los lugareños fueron utilizando los sillares para la construcción de sus propias viviendas, aún se sostiene en pie, especialmente en la zona de Northumberland, distrito de los lagos.
Este tema de los muros, y de la separación entre grupos es un legado histórico, y no hará falta que les ponga ejemplos ¿o sí? Que perviven hasta nuestros días. La construcción de muros no cesará...
En el siguiente enlace se puede leer la historia de la IX Legión, hasta donde los datos conservados por el Imperio Romano lo permiten.

El muro de Adriano.El muro de Adriano


Historia de la IX Legión, llamada de Hispania porque fue el primer lugar en el que actuó. Muchos años después desaparecería en Britania.
Historia de la IX Legión


Sobre la autora Rosemary Stucliff (1920-1992)aquí podrán encontrar una breve biografía y una relación de sus obras. Enlace

domingo, 10 de abril de 2011

DESTINO OCULTO



Por Pilar Alberdi

Ayer sábado, y con un calor que llegó temprano, anunciando a los malagueños que el verano ya está a la puerta, fui a ver Destino oculto, película del director George Nolfi. Los protagonistas principales Matt Damon y Emily Blunt. Otros actores del elenco: Anthony Mackie, Terence Stamp, Shohreh Aghdashloo, John Slattery.
A las 4:30 PM éramos cuatro personas en la sala. Suele ser el lujo de adquirir entradas en este horario, y más aún en esta época del año en que la playa invita a pasarse el día mirando el Mediterráneo.
Leyendo las crónicas sobre la película veo que el género en el que la inscriben es el romántico y el thriller. Y las reseñas se inclinan por señalar a partir de la sinopsis que ofrece la propia productora en que fuerzas ocultas parecen querer dominar la vida de los protagonistas. Lo cierto es que a medida que nos dejamos llevar por la película, esas fuerzas representadas por varios agentes, parecen responder a la intención de dominar la política de EEUU o del mundo, y que por los poderes que muestran (capacidad de adivinar lo que sucederá en el futuro, alterar los hechos del presente, interferencia en la vida física y mental de los seres humanos seleccionados para ese fin, traslados en el espacio-tiempo a velocidad de vértigo) una llega a creer que hasta podría tratarse de alienígenas en una misión especial sobre la tierra, por tanto, de una película de Ciencia Ficción.
Sin duda, el film responde al tipo de formato al que estamos habituados, que vemos en el siglo XXI, y gusta a los jóvenes, que representan, y esto las productoras lo tienen en cuenta, la gran proporción de los espectadores, pero la subtrama va surgiendo lentamente y entonces aparece un componente ético, cuestionado desde los tiempos más remotos de la antigüedad conocida ¿Existen los dioses? ¿Se trata de uno o de más? ¿En qué aspectos coinciden las diferentes culturas sobre estos temas? ¿Estamos obligados a un destino? ¿Lo hacemos nosotros y podemos cambiarlo a través de nuestras decisiones o ya está decidido? ¿Tenemos una misión? ¿Somos parte de ella?
Todas estas cuestiones plantean varias preguntas, que en la película se hacen evidentes desde elcomienzo, cuando se nombra la figura del «jefe». ¿Quién es? ¿Por qué influye en la vida de los protagonistas? ¿Con qué derecho los une y los separa? ¿Todo está decidido previamente? ¿Existe el libre albedrío?
Pero lo cierto es que desde estas preguntas no es extraño que acabemos en otra fundamental: ¿hay conciencia? ¿Qué pasa cuando actuamos a favor de lo que sentimos o cuando lo hacemos en contra? ¿Qué ocurre cuando en nuestro camino por la vida miramos al costado teniendo mirar al frente?
He visto en varios paneles de estadísticas las notas que le han dado a la película, y también he leído numerosas críticas. Creo que algunos espectadores que siguieron ciertas recomendaciones que la distinguían como película romántica y thriller, por fuerza, se habrán sentido algo decepcionados si esperaban ir a ver una película evasiva, tanto de los problemas cotidianos, como de los individuales.
La película que todo el tiempo está planteando la misma cuestión, te obliga sin remedio a indagar en tu propia vida, y a sacar a la luz cuestiones que pueden resultar incómodas. Si tenemos en cuenta todos los condicionamientos a los que habitualmente nos vemos sometidos, nuestra libertad es siempre limitada, pero aún así: ¿nos hemos enfrentado «al jefe»? Es decir a eso, que parecen ser las decisiones ya establecidas para nosotros. ¿Hemos sido tan cómodos como para no mover un dedo en determinadas circunstancias y no luchar por lo que creíamos digno o necesario para nuestra vida? O ¿hemos acabado como los protagonistas de esta historia luchando, pese a cualquier consecuencia posible, por lo que creíamos, por ejemplo, un gran amor? Entonces, ¿está nuestra vida decidida?
Hubo un tiempo en la historia de la humanidad en que parecía difícil poder hablar con libertad de la ciencia; y ahora nos encontramos en un tiempo en que parece difícil hablar abiertamente desde sentimientos metafísicos, éticos, espirituales, religiosos o como cada cual prefiera llamarles, y terminamos denominando una historia como de romance y thriller, porque es más fácil, porque vende más, pero a las pruebas me remito, hay momentos en que uno se la juega como en esta película, Destino oculto, momentos en que una decisión tiene el poder de cambiar tu vida.