sábado, 7 de enero de 2012

LA DAMA DE HIERRO



Por: Pilar Alberdi

Voy a decirlo en primer lugar: la película me gustó muchísimo. Meryl Streep, en el papel de la madura y anciana Margaret Thatcher, realiza una actuación fascinante. Jim Broadbent como Denis Thatcher, logra un contrapunto espectacular. Elogios similares podría decir del resto de actores, entre ellos, Alexandra Roach como Margaret Thatcher de joven y Harry Lloyd como Denis Thatcher joven. El guión de Abi Morgan es soberbio ,y la dirección de Phyllida Lloyd brillante. No sé con qué palabras valorar aún más esta impactante película que lleva el título atribuido a Margaret Thatcher por su actuación política, la Dama de hierro, pero que bien podría definirse como el retrato fiel de lo que significó para ella luchar por sus ideales, tener poder, mantenerse en él, renunciar cuando ha llegado ese día, y todo esto en un entorno claramente masculino al que las mujeres aún no habían accedido. Su primer escaño lo obtuvo en 1958; fue ministra entre 1979 y 1990, y también en esos años líder del Partido Conservador.

Se dice que una vida puede valorarse cuando se mira en perspectiva. Pero ¿de qué clase de valoración hablamos? ¿De qué logros? ¿De cuáles fracasos? Resulta evidente que cada vez que tomamos una decisión dejamos de lado otras. Su vocación política frente a la familiar. ¿Cómo conciliar intereses? Ser mujer en un mundo masculino: ¿cómo hacerse un hueco, cómo ser respetada, con qué criterio tomar decisiones que implican a otros y que pueden llevarlos incluso a la muerte?

Tengo la seguridad de que no es fácil estar en esos puestos, y que si acaso lo parece en plena posesión de ese poder, también debe llegar un momento, y la película lo muestra, en que es inevitable hacer balance. Y algo más terrible aún, si mentalmente no se realiza,el propio deterioro del cuerpo y la pérdida del poder y la juventud se encargan de hacerlo.

Fue la Dama de hierro, fue una mujer poderosa pero la vemos en el declive, en la relación con los suyos, en la soledad tras el fallecimiento de su esposo. Ya nadie la necesita. No hay pueblo que la aplauda o la censure, no hay hijos dependientes, cuesta llenar las horas sino es con recuerdos, mientras los demás, poco a poco, parece que se han pasado al bando enemigo. ¿Y cuál es ese bando? El de aquellos (médicos, familia, amigos, personal a su disposición...) que la ven como lo que es: una anciana cada vez más dependiente de la ayuda de los demás.

Esta es una película que deberían ver los jóvenes y que sabrán valorar las personas maduras. A fin de cuentas, nacemos y morimos, y en medio vivimos nuestras pequeñas vidas...

Más datos sobre Margaret Thatcher, en el siguiente enlace