sábado, 6 de abril de 2013

LA COCINERA DEL PRESIDENTE



Por: Pilar Alberdi

Una película preciosa a la que los críticos han puntuado bajo. ¿Será porque la mayoría son hombres? Creo que sí. Una mujer sabrá apreciar el valor de esta historia dirigida por Christian Vincent, quien también escribió el guión junto a Etienne Comar. La música que acompaña magistralmente el ambiente de la película y los sentimientos de los personajes, es de Gabriel Yured, y en el reparto actrices y actores como Catherine Frot, Jean d'Ormesson, Hippolyte Girardot, Arthur Dupont, Arly Jover, Jean-Marc Roulot, Brice Fournier.
Una mujer, como les decía, comprenderá a esta mujer, Hortense Laborie, reconocida chef de la región de Perigord, que ha sido llamada para ser la cocinera del presidente Miterrand en el Palacio del Elíseo.
La historia, a nivel psicológico nos muestra la lucha de las mujeres para ser respetadas en un mundo de hombres. También nos enseña lo que es el poder, tanto del gran mandatario, como de los subalternos, esa larga serie de personas que le asesoran, y dirigen pequeñas parcelas de trabajo de palacio o de la vida del presidente. Al mismo tiempo vemos al ídolo, el endiosamiento del poder, el trato especial, los privilegios. Y con ojo certero también se puede ver cuál era la relación de Miterrand con su familia.
En esta película es importante lo que no se dice, lo que cubren las elipsis, la familia de esta mujer, su pasado, la verdadera relación con Miterrand, incluso su futuro. ¿No es esto lo que hace interesante la vida de las personas que conocemos, no es eso lo que nos gusta saber cuando existe verdadera confianza?
¿Quién es, de verdad, Hortense Laborie? Nunca lo sabremos. Como tampoco sabremos nunca como es la verdadera cocinera, es decir, Daniel Mazet – Delpeuch, aunque ahora podamos verla en fotos. Y esto me lleva a pensar que muchas veces sólo vemos de los demás, estereotipos. Y que, a veces, cuando conocemos a alguien que ocupa un determinado puesto laboral o viste un uniforme, sea del tipo que sea, cuando le vemos fuera de esa circunstancia, no somos capaces de reconocerla. No es el caso de Hortense Laborie, que no cubre más que con un delantal su sencilla ropa, al menos en la película, pero sin proponérselo, ella también viste un uniforme, que se llama: ser mujer, en un mundo de hombres, muy competitivo por cierto, como es el mundo de la cocina.