lunes, 12 de diciembre de 2011

JANE EYRE



Por: Pilar Alberdi

Jane Eyre, la película del director Cary Joji Fukunaga con guión de Moira Buffini, está basada en el libro Jane Eyre de Charlotte Brönte. La autora publicó la obra en 1847 con el seudónimo de Currer Bell.
En los papeles protagonistas: Mia Wasikowska (Jane Eyre) y Michael Fassbender (Edward Rochester).
Pienso que la película es fiel al libro en su conjunto: denuncia la crueldad que se ejercía en las instituciones infantiles, las diferencias sociales entre las personas y en especial entre mujeres y hombres, y niños y adultos; el egoísmo y la envidia; y las enormes limitaciones con las que se encontraban las mujeres en aquellas época. Como bien dice Jane no comprende por qué ellas tienen que verse recluidas entre las cuatro paredes de las propiedades sin poder avanzar hacia el horizonte, ese territorio, en el que los hombres se mueven con libertad de un sitio a otro. Probablemente, la duración del film ha impedido una mayor exactitud de algunos hechos y la razón por qué se producen. Sin embargo, para un espectador que no haya leído el libro pasarán desapercibidos.
Estamos en presencia de un drama que como todo buen drama es social, porque el caso que se representa, aunque único, no era aislado.
Resumiendo: una joven huérfana que vive en casa de una tía es enviada a una institución para niñas. A partir de ahí, esta jovencita que logrará sobrevivir al medio, se convertirá en una institutriz,y trabajará como maestra de Adela Varens, una niña protegida del señor Rochester. Es en esta cercanía en dónde surgirá la atracción amorosa entre los protagonistas.
De todos los momentos de esta película, y para tomar en cuenta algunos de los aspectos psicológicos del relato, hay un encuentro entre la joven Jane Eyre y su tía, que merece la pena analizarse.
Dicen que «no hay dolor peor que el de la envidia». Creo recordar que la frase es de Jean Cocteau. Ese extraordinario ensayista francés. El envidioso quiere el mal de la persona a la que envidia así sea una niña. Evidentemente esta niña no ha podido hacerle nada. Es una envidia a otros, y al resultado: esa criatura. No duda en enviarla a una institución que casi acabará con ella. Y cuando la vida envía a esta niña un regalo, evitará decírselo. Creo que si algo se desprende de esas escenas es que el envidioso no tiene piedad pero sí tiene conciencia del daño infligido aunque no se arrepienta.
La película me gustó, el ambiente, la recreación, las actuaciones, la fotografía, los diálogos. No debe ser fácil realizar una película de estas características. Porque es de esas pocas películas en que las velas iluminan realmente sólo lo que ellas alcanzan a iluminar. Y las escenas de paisajes, la comparación de las personas en ese medio, esa majestuosidad del territorio, la soledad de los páramos, ese horizonte desolado, otorgan veracidad y contenido a la historia.