viernes, 27 de julio de 2012

LA DELICADEZA


Por: Pilar Alberdi

La delicadeza, película francesa dirigida por David y Sthépane Foenkinos, este último autor del libro, tiene como protagonistas principales a Nathalie (Audrey Tautou), Francois (Pío Marmaï) y Markus (Francois Damiens).
Tengo la seguridad de que esta obra es una buena novela, sin embargo, como película no me ha llegado a emocionar. Y cuando lo ha hecho ha sido al final, en una secuencia de escenas que dan sentido a lo anterior, pero que no justifica la forma en que fue presentada la historia.
Los aspectos psicológicos nos hacen reflexionar sobre el sentido de la muerte en la sociedad actual; la relación de los hijos con los padres y cómo de alguna manera marcan estos su destino; la frialdad y la distancia entre compañeros en el trabajo, todavía más cuando pertenecen a diferentes departamentos de la empresa o a distintas escalas de mando, incluso se percibe el acoso y sus consecuencias. Pero todo esto, mostrado, vuelvo a insistir de un modo demasiado frío y distante.
Como no he leído la novela no sé en dónde puede estar la cuestión de que la película no funcione como esperamos. Se la presenta como una comedia romántica, pero no lo es. Se acerca al drama... Pero ¿de qué tipo? No llega a eso, precisamente, por lo que dije antes, porque no logra que nos emocionemos.
Para los que nos gusta la literatura y el cine francés los personajes que nos presentan son demasiado distantes en sus relaciones, hablan poco.
Dicen los que saben de guión que en este hay que volcar lo contrario de lo que más se aprecia en un texto. Si el texto es realista, en la película hay que mostrar el trasfondo psicológico, y en otros casos lo contrario.
En el cine, en estos días de julio, un sábado y a las cinco de la tarde éramos cuatro personas. Se estaba fresquito.
He dejado pasar unos días antes de escribir esta nota, pero aquí está, es lo que sentí. Para corroborar si podía estar muy equivocada en mis apreciaciones, he mirado otras críticas, pues bien, esta vez parece que mucha gente sintió lo que yo siento, una cierta decepción.
Por las calles de la ciudad de Málaga destacaban las marquesinas de las paradas de autobuses con el cartel de
Y colgando de las farolas se movían al viento los banderines del Museo Thysen que anuncia una exposición de pintura que quiero ir a ver y que finaliza en octubre.




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