viernes, 10 de junio de 2011

PEQUEÑAS MENTIRAS SIN IMPORTANCIA



Por: Pilar Alberdi.

Con guión y dirección de Guillaume Canet, la película cuenta en el reparto con las actrices y actores: Francois Cluzet, Marion Cotillard, Benoît Magimel, Gilles Lellouche, Jean Dujard, Pascale Arbillot, Edouard Montoute, Valérie Bonneton, Laurent Lafitte, Anne Marivina, Louise Monot, Joes Dupuch, Hocine Merabet, Maxim Nucci, Mathieu Chedid, Nikita Lespinasse, Jeane Dupuch, Marc Maire, Neo Broca.

Como ven: un reparto coral. ¿Es comedia o drama? Como toda buena comedia, es un drama. Nos reímos de lo que nos causa una gran tensión, de aquello que desesperaría a cualquiera en caso de que estuviésemos en su lugar. Y ¿por qué nos reímos? ¿Es que somos tan malas personas? No. Nos reímos porque reír, es un reflejo que nos permite liberar la tensión acumulada. Y en ese sentido, la película está magníficamente lograda.

Aunque las generalizaciones nunca son justas... Podríamos decir que sólo con ver las imágenes de los rostros de los personajes uno ya sabe, que está ante una película europea o mediterránea. No se alarmen. Es sólo una opinión. Pero no podrán negarme que hay rostros del cine norteamericano totalmente inexpresivos, tipo máscara, y que si funcionan ante la cámara es por otras razones como, por ejemplo, un excelente guión, unos efectos especiales magistrales, y un largo, largo etcétera. Sabemos, además, que la teoría actoral dice que para la televisión y el cine se gesticula menos que para el teatro. De acuerdo. Pero lo que no se nos suele decir, es que todos vamos por la vida inexpresivamente. Y ¿por qué? Para que no se nos note demasiado lo que pensamos de nuestro jefe, de la compañera de trabajo, de nuestros parientes, o de la nueva parejita que alquiló el piso de arriba y nos despierta de madruga con salvajes gemidos susurrantes que nos desvelan... Evidentemente, la no gestualización nos salva de nuestros verdaderos pensamientos ante los demás. Por eso, cuando al día siguiente, nos encontramos con la parejita frente a la puerta del ascensor, somos capaces de saludarlos con una sonrisa.

El cine francés nos muestra un espectáculo grandioso como es el de: mostrar lo que la gente siente a través de los gestos de su rostro y de las palabras. Cualidades que se nos van perdiendo.Porque si no mostrar lo que uno siente gestualmente parece una buena estrategia de defensa o de neutralidad; no opinar, mucho más. Y así nos va. Luego no es extraño que, hace varias décadas, un interesante terapeuta como fue Vernon Howard, le preguntase a la gente: «¿Quién está viviendo su vida?» Oye, es verdad, piensa uno enseguida, ¿quién está viviendo mi vida?
Por cierto: ¿ya lo saben?

Pequeñas mentiras sin importancia es, sin duda, una película en la que todos los personajes, aún siendo muchos, son importantes. Pero veamos qué encontramos psicológicamente. Muchos temas, sin duda. El dueño del hotel compensa sus carencias en otros aspectos que no son el monetario, invitando de vacaciones y con todos los gastos pagados a sus amigos, todos ellos con menores recursos. Realmente es un nuevo rico, aislado y solitario, que teme la emotividad y sospecha de cualquier tema que pueda poner en duda su masculinidad, su trabajo o su familia. Freud opinaría que estos temas le vienen de la infancia... Como el maestro es él... Sobre este tema sólo apuntaré lo que vi en un cartel el otro día, cuando después de pasar un rato en la terraza de una cafetería, entré a los servicios. Dentro, el mensaje con la intención de mantenerlos limpios, mostraba un inodoro, y decía en la parte dedicada a los hombres:«Acérquense, es más corta de lo que piensan». La parte dedicada a las mujeres tenía el papel adhesivo rasgado. Y no soy capaz de imaginar lo que diría.

Otro tema importante en esta historia es lo que podemos observar en la conducta que muestran las y los jóvenes solteros de casi 40 años.
Comportarse como un adolescente que recién se estrena en la vida y peinar canas no casan bien. Y es que no es lo mismo alguien de 20, que alguien de 30 o que una persona de 40, aunque intenten vivir de forma parecida. Verán, el de 20 piensa que tiene toda la vida por delante; el de treinta al llegar a esta edad, comienza a tomar conciencia de que los años pasan; y el de casi 40 hace balance, y siente que se abre un abismo a sus pies, y capta que, acaso, no consiga lo que se había propuesto, si es que se había propuesto algo.
En muchos aspectos la película resulta un verdadero retrato de lo que sucede en nuestra sociedad: inestabilidad amorosa, deseo, temor al compromiso. Y vuelta a empezar.

Otra cuestión relevante, pero de la que no quiero ofrecerles demasiados detalles, es cómo la responsabilidad se diluye en el grupo. Seguro que no faltarán próximas películas a partir de las cuales podamos analizar ese tema.

Me gustó la música, ajustada a las situaciones. Reírse, les puedo asegurar que se van a reír cantidad con esta película. También derramarán alguna lagrimilla. Es verdad. Y se alegrarán de que los créditos del final de la película se prolonguen y se prolonguen sobre la pantalla como para darles el tiempo justo, para recuperarse antes de levantarse del asiento.

Por último, si pueden, no salgan del cine sin pensar en aquello de lo que habla la película: aceptamos las mentiras de los otros, a cambio de que acepten las nuestras. ¿Así de simple? Así de simple.
Después encontrarán mil ejemplos, y una sola verdad: aunque podamos engañar a los demás, nunca podremos engañarnos a nosotros mismos.

2 comentarios:

  1. Aceptar las mentiras de otros a cambio de que acepten las nuestras, da para reflexionar y ahondar en un profundo debate. Y puede que no nos podamos engañarnos a nosotros mismos, pero...¿no somos capaces de caminar con una venda en los ojos y aparentar sentirnos cómodos para evitar hacernos preguntas?

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  2. No, no somos capaces de caminar con una venda en los ojos. Intentamos que sean los demás quienes la lleven puesta. Si aceptan llevarla, nosotros dirigimos sus pasos.

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